jueves, 5 de febrero de 2015

¡Que alguien me cure este esguince!

Hace ahora un año, en junio de 2013, sufrí un esguince en el tobillo derecho. Acudí al Hospital de Cruces, en Bizkaia. Me vendaron el pie y no me solucionaron nada. Me enviaron luego al traumatólogo de Osakidetza (la Sanidad vasca), en Getxo, que tampoco me solucionó nada después de medio año de tratamientos de todo tipo, que incluyeron la ingestión de medicamentos, infrarrojos en la zona afectada, paseos por la arena de la playa -según consejo médico-, ejercicios varios -incluso acrobáticos- con la pierna afectada y otros cuidados diversos.
A primeros de enero de 2014, la traumatóloga, viendo que persistía el mal y que no había mejoría ninguna, me extendió un volante para que me hicieran una resonancia en la zona afectada en el mencionado Hospital; al tiempo que me daba cita para acudir de nuevo a su consulta a mediados de mayo pasado, una vez que en cinco meses  -se suponía- ya me habrían hecho la resonancia y la podría haber visto ella y tomar así la decisión oportuna.
Llegó la fecha de mediados de mayo y aún no me habían llamado para que acudiera a hacerme dicha resonancia.
No obstante, a pesar deque no me habían hecho esa prueba y de que sin ella de poco serviría que acudiera a la cita con la traumatóloga, fui a la misma porque así estaba citado y porque esperaba que la doctora me diera alguna explicación de lo que había ocurrido y de qué debíamos hacer para continuar con el proceso de cura (?) de mi dolencia.
Pero cuando llegué a la consulta de la especialista el día y a la hora convenida, no solo no estaba la doctora, sino que su enfermera me aseguró, con cara de pocos amigos, que yo no tenía cita para ese día.
Finalmente, la enfermera acudíó a la zona de control o donde sea que organizan esas citas y, acto seguido, no le quedó más remedio que reconocerme que yo estaba en lo cierto.
Por supuesto, no hubo disculpas ni era de esperar viendo el perfil de la enfermera de marras.
Así es que, por resumirlo de alguna manera, al cabo de un año de que surgiera ese esguince, ni me lo han curado, ni me han hecho la resonancia que fue solicitada hace medio año y ni siquiera me había registrado la cita que ellos mismos me dieron en enero para acudir a la traumatóloga.
Por lo demás, un año después, sigo arrastrando por las calles -cada vez con mayor estilo, eso sí- el pie derecho, dando gracias a la Providencia por habernos dotado a los vascos -hace ya más de tres décadas- de una Sanidad pública propia, excelente, exclusiva y única que tanto reivindicaron nuestros próceres políticos en su momento para mayor provecho personal de todos ellos, que tanto nos quieren y se preocupan de nosotros.

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